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Confesiones en Instagram. Cómo abordar en la escuela una problemática cada vez más frecuente

“Confesiones de escuela X”, “Chismes de escuela Z”. Lo que empezó como una tendencia, con casos aislados en pocas instituciones, se convirtió en los últimos años en una problemática que atraviesa a la mayoría de las escuelas. Se trata de cuentas en redes sociales, principalmente en Instagram, manejadas por los estudiantes, que se encargan de difundir rumores e intimidades de compañeros del mismo establecimiento educativo.

Según un comunicado de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de Buenos Aires (AIEPBA), la dinámica se repite. Estas cuentas de Instagram invitan a los estudiantes del colegio a enviar por mensaje directo chismes que luego son publicados. Reproducen el mensaje tal cual como lo reciben, sin importar si es verdad o no, sin medir la exposición de los nombres propios involucrados.


En los últimos años, la intensidad y violencia de los grupos de confesiones escaló. Las cuentas se llenaron de cientos de seguidores, chicos de la escuela que las siguen. A veces difunden cuestiones triviales, amoríos adolescentes. “A Juan de segundo año le gusta Camila de tercero” y otros mensajes similares. Pero en ocasiones se exponen cuestiones más delicadas, que incluyen relaciones sexuales y exponen la intimidad de, en general, los chicos más vulnerables. Más aún, en algunos casos, las acusaciones llegan a involucrar a docentes y directivos de la institución.

“Exponen la intimidad de los compañeros como algo natural y toman ‘de punto’ a los más débiles”, señaló Marisa Pieroni, Directora General y Representante Legal del Colegio San Ignacio de Loyola, de Berazategui. “Nosotros, por año, hacemos cerrar al menos dos cuentas de esas. Las crean, las descubrimos, hacemos que las cierren, pero surgen otras al año siguiente. Si no descubrimos al alumno que las maneja, las denunciamos y generalmente se las cierran después”, agregó.

Según Pieroni, es un fenómeno que se presenta sobre todo en los primeros meses del ciclo lectivo y tienen a cargo a alumnos que están por terminar la primaria o que recién comienzan la secundaria. Las publicaciones apuntan a exponer y humillar a los compañeros, ya que suelen incluir nombres y apellidos.


“Desde el ingreso a la institución, tanto el alumno como los padres leen y firman el Acuerdo Institucional de Convivencia. Al adherir, se comprometen a respetar una serie de valores que están en el Ideario, entre ellos la no discriminación por raza, condición social, religión, el respeto mutuo, la solidaridad. Ellos ya lo saben. El problema es que detrás de la computadora o del celular, se envalentonan y causan estragos”, advirtió la directora.

La tendencia se esparció y casi todas las escuelas tienen alguna cuenta de Instagram que, administrada por sus propios alumnos, se encarga de difundir chismes que vulneran la privacidad de sus compañeros. Por ello, muchas instituciones ya tomaron cartas en el asunto, haciendo un trabajo transversal y fortaleciendo la alianza escuela-familia, intentan disolver un entramado que se vuelve cada vez más problemático.


Abordaje transversal 


La forma de encarar el bullying a través de redes sociales, también conocido como cyberbullying, se enmarca dentro del Ideario de cada Institución, con los valores que lo sustentan y sus principios. También se encuentra en los fundamentos de la Ley Nacional y la Ley Provincial de Educación Sexual Integral, que promueven en todo momento el respeto por la diversidad. 


Las redes sociales interpelan a las instituciones educativas. Traen a la escuela cuestiones que suceden afuera. Las burlas, las difamaciones, los chismes que pretenden ridiculizar, traspasan el horario escolar y tienen incidencia directa en la dinámica diaria de los colegios, que deben accionar distintas estrategias para armonizar la convivencia.


“Nosotros trabajamos de manera preventiva en materias como Construcción de la Ciudadanía, en lo que respecta al uso responsable de las redes sociales, el cuidado que implica no brindar información a extraños, el respeto por las cuestiones personales, que no deben ser publicadas. En la representación de sí mismo que tiene cada adolescente, es muy importante la mirada del otro. Lógicamente eso influye en la relación que pueden construir con los demás”, explicó Yésica Martín, Referente de ESI en el Colegio San Ignacio de Loyola.


Martín enumeró múltiples recursos para abordar la problemática, siempre dependiendo de las particularidades de cada caso, de la composición del grupo. En su escuela, propiciaron charlas entre los alumnos, momentos de reflexión, les facilitaron material de lectura, cortometrajes que buscan concientizar respecto a la vulneración de la intimidad.


“Tratamos de construir lazos sanos, que promuevan una integración. Si al otro le molesta, yo no debería hacerlo. Ese es el mensaje. No esperamos que todos sean amigos, pero sí que haya compañerismo, que puedan ponerse en el lugar del otro. Son sujetos de derecho, que también tienen obligaciones y deberes. Nuestro trabajo es lograr que entiendan que cada acción tiene una consecuencia. La utilización de las redes puede ser muy saludable en algunos aspectos, pero también puede ocasionar daños”, indicó Martín.

Los docentes de aula, que son quienes más tiempo pasan con los alumnos, cumplen un rol esencial. Ese vínculo de cercanía les permite solucionar conflictos. La familia, por su parte, también debe involucrarse cuando emerge una situación de bullying o cyberbullying. La difamación necesita de una reacción conjunta, que comprenda a todas las partes. Y eso también incluye a los propios estudiantes.


Los estudiantes como protagonistas de la solución


Romina González lideró el equipo que logró disolver la problemática de las “cuentas de confesiones” en el Instituto Santo Tomas de Aquino, de Ramos Mejía. Como Directora del establecimiento, tanto en 2022 como en 2023, decidió involucrar activamente a los propios estudiantes.


De antemano, el uso de redes sociales es parte de un proyecto que atraviesa distintas materias en el establecimiento, en especial Construcción de la Ciudadanía e Informática. En pos de concientizar respecto al cyberbullying, organizan charlas de seguridad virtual y talleres con especialistas.

Pero la aparición de las “cuentas de confesiones” necesitaba de un abordaje directo. Decidieron incluir en la problemática al Consejo de Alumnos, formado por delegados de todos los cursos y guiado por docentes y representantes de los estudiantes más grandes, de quinto y sexto año.


Lo primero que les indicaron como consigna fue que trasladaran la discusión a sus casas, que hablaran con sus padres para trazar un paralelismo de cómo se vivía un conflicto en la escuela en épocas sin tecnología tan presente. A la semana siguiente se encontraron con relatos de adultos que contaban de casos de acoso. El bullying, comprendieron, es transversal a las distintas épocas, pero con una gran diferencia: ese hostigamiento, antaño terminaba una vez que salían de la escuela.


“El desafío que nos plantea la tecnología es que para las víctimas de bullying la problemática se prolonga una vez que se fueron de la escuela. A partir de las redes, sigue las 24 horas del día con otros elementos como la publicación de imágenes y videos que los exponen”, precisó González.

Una vez reunida esa información, junto al Consejo de Alumnos armaron grupos de trabajo y visitaron todas las aulas con el objetivo de transmitir lo conversado. Se generó un espacio de intercambio con cada curso. Se habló de las “cuentas de chismes y confesiones” de la escuela y se reconoció que muchos de los chicos estaban al tanto e incluso, participaban en ellas.


“El éxito de las cuentas tiene que ver con que hay gente que las sigue”, razonó la Directora. Entonces había un solo camino. Les propusieron a los alumnos abandonar esas cuentas, dejar de seguirlas en ese mismo momento. Y se dio una situación singular, los chicos sacaron su celular, primero denunciaron las páginas y luego las dejaron de seguir. Las vaciaron de seguidores y el conflicto se disolvió. Las difamaciones por redes sociales dejaron de ser un problema en la escuela.


Sugerencias para su abordaje


Las “cuentas de confesiones” en Instagram constituyen una realidad que se consolidó entre los estudiantes. Por ello, a continuación, ofrecemos una guía, una serie de sugerencias, para abordar la problemática y desactivar conflictos que pueden escalar en la escuela:


-Denunciar y cerrar las cuentas. Pedir a los alumnos que dejen de seguir y denuncien estas cuentas de manera colectiva, además de intentar identificar a los responsables.


-Involucrar activamente a los estudiantes. Crear espacios como talleres o un Consejo de Alumnos, donde puedan discutir y reflexionar sobre el uso responsable de las redes sociales, sobre los riesgos y daños que causan las difamaciones en el entorno digital.


-Hacer un abordaje transversal, para promover un ambiente de compañerismo y solidaridad en el que todos se sientan seguros y respetados e internalicen la necesidad del uso responsable de las redes sociales.


-Fomentar la alianza escuela-familia con el fin de promover acciones para desarrollar el vínculo con los padres, que permita abordar conjuntamente el cyberbullying, con la posibilidad de realizar actividades de concientización y reflexión.


-Elaborar y hacer firmar Acuerdos de Convivencia que incluyan compromisos explícitos contra el cyberbullying y la difamación a través de redes sociales.

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